A veces llegan cartas que, por
inesperadas, te llenan de sorpresa… cartas que además esconden un lacito y
papel de regalo y te dejan perpleja… unas pocas palabras sencillas pero
suficientes para que el corazón estalle…
Aunque los gestos de afecto
desinteresado entre gente que no se conoce, no son costumbre a la que estemos
muy acostumbrados, a veces llegan cartas que hacen que la primavera se instale
en tu corazón un 21 de febrero. Hoy había una de esas cartas en mi buzón…
Me la envía Ana (Anelore en el foro
“Tus Miniaturas”)… Ana, a quien no conozco más allá de esos guiños que nos
permite el foro… Ana, que no tengo ni idea de cómo se las habrá ingeniado para
conseguir mi dirección sin preguntarme… Ana, que ha desbordado su ilusión en el
foro con su misterioso paquete de secreto destino, dando fe –ahora soy
consciente- de la verdad verdadera de su gesto… Ana, mi ejemplo de fuerza y de pequeñas grandes cosas…
Hubiera bastado con las palabras
pero había un paquetito… Cómo os explicaría? Para mí, desplegar las velas blancas
de un crochet y dejar que el viento me impulse sobre un mar de hilos de colores
es como un bálsamo que cura todas las heridas, un sueño dulce del que
despiertas siempre renovado y en paz. Que el sueño se haga realidad y que
puedas estrecharlo entre tus manos, es una cuestión de patrones, mi asignatura
pendiente, mi quebradero de cabeza, mi desespero de toda mi desesperación…
Cuantas veces habré fantaseado, contemplando mi tetera, con ver asomar las
orejas de ese genio complaciente de los cuentos para poder susurrarle: un librito con patrones
de crochet, por favor!!!
No imaginas hasta qué punto este regalo es un tesoro para mí, hasta qué punto me borbotea el corazón cuando
te doy las gracias…
Es fácil hablar de la importancia
de los detalles… de esos pequeños gestos que ponen un destello en tu vida, que
pintan de azul un día gris… es fácil ensalzar la generosidad y anhelar la
fortuna ajena… Otra cosa es abrir camino…
Me arrodillo ante quien de
corazón siente y cede al impulso de empaquetar su tiempo y su afecto solo por pintar
de azul el día de otro.
Tendrás noticias mías, Ana. No
podré igualar la sorpresa, ni la espontaneidad, ni el valor de tu regalo, pero
puedes estar segura de que voy a poner el alma para, al menos, igualar la
sonrisa que tú me has provocado.
Te abrazo!