Lavanda y Malibú

      A una la llamé Lavanda por La Toscana... 

a la otra Malibú por el azul… 

   Son gemelicas porque, como coleccionista, solo tengo bien templada la pasión, para el resto me falta paciencia, orden, concierto y fundamento, qué le vamos a hacer! :)

   Llevan el mismo vestido porque, por primera vez desde que cogí un gancho y una bobina de hilo, he sido capaz de improvisar por mi misma una ropica sin necesidad de atenerme a un patrón. El azul fue el primero, creo que salta a la vista; el verde ya tiene otro conocimiento de causa… Los zapaticos también son de mi cosecha, resultado de tejer cienes y cienes de pruebas y pruebas :)

   En general, la gente sonríe condescendiente cuando enseño con orgullo mis muñecas haciéndome obvio que no ven en ellas otra cosa que juguetitos más propios de mi sobrina de siete años que de mí… qué le vamos a hacer! :) Quien no sabe de la serenidad que te inunda cuando entrelazas los hilos con el gancho, quien jamás ha experimentado la magia de las pequeñas cosas, quien no es capaz de reaccionar ante la simple belleza de las simples, cotidianas o insignificantes cosas, sin duda no sabe jugar a Blays. Para todos ellos, mi deseo de que, al menos, sepan jugar a otra cosa. Para mí, no hay agua más fresca para el alma que aquella que mana del manantial de un corazón que, por un momento, se enreda entre los hilos de un juego…  :)

:)